lunes, 13 de octubre de 2008

Plataforma de HISTORIA



LA JUNTADA VA A LA JUNTA...
¿De qué estamos hablando cuando hablamos de Junta de Carrera?

La Junta Departamental es el órgano tripartito de gobierno de la carrera. Está compuesta por 4 profesores, 3 graduados y 3 estudiantes, y cada claustro elige a sus representantes cada 2 años. Este co-gobierno posee, a pesar de contener a todos los claustros, un desigualdad representativa entre ellos, debido a que el reglamento de la Junta afirma que solo pueden votar y ser elegidos por los profesores aquellos que sean titulares, asociados o adjuntos concursados, una “especie” extinta hoy en la Universidad de Buenos Aires, en la medida en que hay una carencia casi total de concursos (por lo general instancias poco transparentes). Por lo tanto, una gran cantidad de docentes (la mayoría de los que nos dan clases día a día en las aulas, muchos sin cobrar nada) quedan excluidos de la participación en el claustro de profesores y deben hacerlo en el de graduados, quedando igualados así quienes encuentran en la UBA su lugar de trabajo y quienes están totalmente desvinculados. Ambos tienen votan en el mismo claustro, permitiendo que los últimos funcionen como simples votantes funcionales a una política clientelar. ¿No se podría pensar, entonces, en un claustro único docente que iguale en representación a todos los profesores de la facultad?
Algunas de las funciones de la Junta son: planificación de actividades institucionales, revisión del plan de estudios, promoción al Consejo de llamado a concursos y programas de materias, organización de jornadas y congresos, etcétera. Sin embargo, las decisiones de este órgano no son resolutivas sino que están sujetas a la aprobación del Consejo Directivo, órgano que profundiza aún más las diferencias representativas entre claustros.
Bajo esta estructura existe una importante concentración de poder en la carrera, que va de la mano de la monopolización de las instancias de (re)producción del conocimiento (las principales cátedras, publicaciones, programas, becas, institutos de investigación) por un reducto minoritario y heterogéneo de profesores, conocidos como “los modernos”. Estos últimos han hegemonizado ideológicamente la carrera durante años, construyendo “feudos” en la facultad, que les permiten manejarla a su antojo a pesar de no representar a nadie más que a sí mismos y sus intereses. Se oponen en muchos casos a las modificaciones que hace años se vienen impulsando en torno a los mecanismos de co- gobierno, la reforma del plan de estudios, cátedras paralelas, etc. Son quienes han hecho un culto de la “profesionalización” de la disciplina, predicando en pos de lo “desideologización” de nuestra carrera, desacreditando otras visiones y esquivando la discusión y el debate de ideas.

Una breve historia de la Junta (o crónica de una muerte anunciada)

Al día de hoy, la carrera de Historia carece de un director y de un normal funcionamiento de la Junta. Desde el año 2005, cuando se llevaron adelante masivas asambleas y extensos debates, se ha venido dando una suerte de “empate de fuerzas” entre los 5 consejeros “modernos” y los 5 restantes, compuestos por distintas fuerzas de izquierda y del autonomismo. En estos tres años se han intentando desde ambos bloques distintas formas de romper con este empantanamiento (el “no dar quórum”, el intento de elegir director en asamblea en 2005, la “dirección tripartita” del 2007, los acuerdos entre los “modernos” y la gestión), pero ninguna ha logrado prosperar. Así, hoy no tenemos Junta, y quién propone y dispone sobre nuestra carrera no es más que el Consejo Directivo.
Desde LA JUNTADA caracterizamos a la Junta como un espacio más de disputa por el conocimiento, ineludible a la hora de pensar en viabilizar cambios en la Carrera. Creemos necesario que dicho organismo vuelva a su funcionamiento porque pensamos que es un posible punto de partida desde donde, con el debate y la movilización de los estudiantes, se pueda comenzar un proceso, abierto y plural, que nos permita avanzar en la definición y conquista de nuestras inquietudes y necesidades.


Migajas de la Historia: apuntes sobre la carrera.

Quienes conformamos este espacio creemos que la Carrera necesita un reforma integral que permita hacer de la Historia una herramienta para desnaturalizar y cuestionar el presente que nos toca vivir. Sin embargo, la realidad es otra. Impera una cultura académica y política en la carrera (y en Filo en general) que privilegia el éxito individual, la carrera abierta al talento, diría Hobsbawm, obturando la posibilidad de otro tipo de construcción del conocimiento. El “estudiante-changuito” que entra a la “facultad-supermercado”, consume “lo dado” dispuesto en prolijas y fragmentadas góndolas y se va con la angustiante “tranquilidad” de ser tan solo un buen cliente, representa bien nuestra realidad cotidiana. Esto se expresa, concretamente, en las estructuras de las cátedras (un coto cerrado sólo para algunos), en las formas de evaluación, en el plan de estudios, en el fraccionalismo, en la falta de socialización entre los estudiantes, en el pensamiento único o en la escasa y oculta información sobre becas, adscripciones y concursos. Es necesario comenzar a combatir esta cultura que se opone a pensar una forma colectiva de construcción de saberes, donde se fomente el pensamiento crítico, liberador, y no solamente el éxito personal por sobre el resto.
En este sentido, creemos que la apertura de varias cátedras paralelas, los intentos de reforma del Plan de Estudios y la existencia de varios grupos de estudio por “fuera del sistema”, son un síntoma de que esta carrera está agotando su vida útil. Y es ahora cuando la principal tarea que nos debemos dar es el diálogo y el debate entre la mayor cantidad de estudiantes, graduados vinculados y docentes, en pos de reflexionar y construir una carrera que siembre nuevos cimientos sobre las formas que acostumbramos a ver en torno a nuestro quehacer cotidiano como historiadores.
Sin embargo, esta cultura académica y política de la que hablamos anteriormente está fuertemente enquistada en el conjunto de la Carrera. Porque quienes actúan intentando someter intereses colectivos a los de un particular (llámese: esta o aquella agrupación, tal cátedra, la gestión o solamente individualismo) no hacen más que realimentar esa lógica que se pretende desterrar. Estamos hablando, para decirlo en criollo, del famoso “llevo agua para mi molino”, tan visible, y, a la vez, naturalizado que sobrevive a casi cualquier coyuntura. Ejemplos de esto sobran. Veamos un poquito…

La Historia desquiciada

Si nos ponemos un rato a pensar sobre la carrera, tardaremos poco en darnos cuenta que la investigación no es algo en lo que se haga hincapié en la cursada ni en las materias. Supondremos, entonces, que Historia en la UBA está orientada hacia lo docencia… hasta que cursamos las didácticas. En ese momento caeremos en la cuenta que nuestra carrera no es más que un cúmulo de materias donde vamos aprobando cursos, en los cuales la tendencia político-historiográfica a la que adscribe cada cátedra se desdibuja y se hace pasar por neutral. Esto se profundiza en la medida en que no se nos ofrece un marco teórico adecuado que permita desarmar las pretensiones universalistas de ciertas visiones monolíticas de la Historia. A esta ausencia de marco teórico, se le suma la falta casi escandalosa de herramientas que nos permitan investigar y producir conocimiento historiográfico novedoso (¿alguien vio y analizó en profundidad alguna vez una fuente?). Y no sólo herramientas, necesitamos también prácticas y espacios concretos de producción dentro de las cátedras mismas y mientras cursamos las materias. Como estudiantes de historia, tanto si queremos ser docentes como investigadores, necesitamos cátedras abiertas que nos integren en el trabajo y nos brinden los elementos para no ser meros consumidores de apuntes.

Otro punto de confusión generalizada radica en el rol social y la relación con el “afuera” que tiene nuestra carrera. Nos preocupa que una disciplina como la Historia esté al servicio de la carrera misma, encerrándose en las cuatro paredes de un aula para solamente salir de paseo a un congreso o una jornada. Si le agregamos a esto que en repetidas ocasiones la Historia que se viene escribiendo adolece de todo tipo de mirada crítica, tenemos como resultado una disciplina endogámica y legitimadora de sí misma, que abona a esta cultura académico-política elitista que desliga el saber del hacer. Claramente, el propio perfil de sujeto “historiador” que la Carrera construye implica determinadas concepciones de qué es la Historia, del para qué y para quién de la misma. Si por una de esas cosas de la vida, al entrar a la carrera pretendíamos vincular la investigación histórica con la construcción diaria de una realidad mejor, es muy probable que día a día nos decepcionemos de la academia: si hay algo de lo que carece casi completamente el Plan de Estudios de nuestra Carrera es de vocación de compromiso con la sociedad a la que hace referencia, es decir, con los actores que cotidianamente la construyen. A veces da una extraña sensación de que estuviéramos condenados a cortar y pegar una y otra vez las mismas cosas que ya han sido dichas, y restringir, paralelamente, estos estériles debates a un grupo cada vez mas reducido de entendidos en el tema, como si hacer Historia implicara necesariamente que el resto del mundo no pueda entender de qué estás hablando.
Pero el ejemplo más sobresaliente de todo esto se observa en la estructura que adquieren las cátedras. Si deseamos integrarnos en alguna de ellas, nos encontramos con que es difícil saber cómo lograrlo. Nos dicen que las “puertas están abiertas”, pero no encontramos cómo, cuándo y dónde golpearlas. Y peor aún, menos sabemos lo que nos espera (probablemente traducir textos, ser un che-pibe durante un tiempo, y rezar para que alguna vez decida el sr. Feudal/jefe de cátedra que te dirige presentarte a una beca o concurso). El problema reside en que no podemos esperar que por sólo por medio de una adscripción podamos aprender a investigar, a dar un práctico, a buscar fuentes y a especializarnos. Aun en cátedras donde efectivamente existe una política interesante en esto (que son las menos) debe ser la carrera la que nos brinde esas herramientas a todos, y no a unos pocos que supieron golpear la puerta adecuada en el momento indicado.
Por todo esto consideramos necesario avanzar en una reforma del Plan de Estudios que haga lugar a estas cuestiones que, creemos, no pueden seguir siendo hegemónicas en la Carrera. Desde LA JUNTADA pensamos que es necesario darnos todos (el compañero del curso, el docente, vos, yo...) la seria tarea de comprometernos con la Carrera que hemos elegido y asumir el ejercicio de reflexionar, debatir, participar, organizarnos y movilizarnos, para darle un nuevo rumbo a esta Carrera.

Invitación y Propuestas

Ante todo, creemos que la Junta, con todas sus limitaciones, es un espacio válido para dar la pelea en la transformación de la carrera. Sabiendo que esto es un trabajo a largo plazo, y que requiere de gran participación y reflexión, pensamos que el espacio de co-gobierno nos permite intentar abrir otro canal de diálogo más en pos de ir alcanzando lo que venimos planteando. No queremos repetir la lógica de usar los espacios de poder para pronunciarse a favor de la revolución en Cracovia, queremos abrir esos espacios al resto de los estudiantes, tratando de explotar al máximo la potencialidad que la Junta pueda tener para impulsar debates, fomentar la participación y buscar desterrar esa cultura académico-política que tanto conocemos. Por esta razón, más allá de a quién votes, queremos disparar algunas preguntas con el objetivo de que podamos ir construyendo un espacio abierto a todos los estudiantes, amplio y democrático, de reflexión e intervención, que, de llegar a ganar, discuta y decida, en instancias colectivas, el mandato para nuestros representantes en Junta.
Ahora si, algunas de las propuestas…

· Impulsar una publicación de la Carrera


· Que la Junta emita boletines informativos sobre concursos, jornadas, adscripciones, etc.


· Llamado a jornadas institucionales de debate sobre la Carrera y el Plan de Estudios


· Creación y divulgación de una Bolsa de trabajo, no precarizado, para los estudiantes


· Realización de encuestas a los estudiantes para generar datos sobre las distintas situaciones que atraviesan en la carrera


· Fomentar la evaluación de las cátedras por parte de los estudiantes


· Socializar y conectar los diversos grupos de estudios que funcionan dentro y fuera de Filo, contribuyendo a su inclusión académica e impulsando nuevos.



· Dar la pelea por un claustro único docente en la Junta, como primer paso en su democratización.


· Impulsar espacios concretos de prácticas en investigación y docencia a lo largo de la carrera

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