viernes, 30 de octubre de 2009

Boletín de La Juntada en Historia - Octubre 2009

Miércoles 7 de octubre: Primera jornada por la reforma: En PLAN de cambio
“Tenía razón Martí: al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva.”
Fidel Castro


Encarar las discusiones para la reforma del plan, es el primer paso para comenzar a construir nuevas relaciones y formas de socialización entre los estudiantes, pero también entre los claustros. es el comienzo de un camino para democratizar el ámbito en que nos movemos, estudiamos, y producimos. 

El miércoles 7 de octubre se realizó la primera jornada por la discusión del plan de estudios de nuestra carrera. La misma se enmarcó en una muy particular situación: una sospechosa amenaza de bomba (en un día con varias discusiones por planes de estudios nuevos)  puso en peligro la realización de la misma. Sin embargo, y a pesar de que determinados sectores, como los modernos que se retiraron porque "no había condiciones" o el Partido Obrero que apostaba a que no nos dividamos en comisiones (división que apuntaba a poder trabajar seriamente y e intervenir todos), la calle propició un espacio.

Afortunadamente la jornada reunió alrededor de 200 personas con ganas de poner en cuestión el estado actual de nuestra carrera, con ganas de avanzar colectivamente en la reflexión para así poder transformarla. En este sentido funcionaron cuatro comisiones que respondían a los distintos ejes más significativos de la carrera: materias específicas y seminarios, formación docente, perfil del graduado y una cuarta encargada de hacer un diagnóstico general.

Nos dividimos, entonces, en dichas comisiones y se trabajó a lo largo de la jornada en una puesta en común de las diferentes experiencias de cada uno en la carrera. Luego se pasó nuevamente a una instancia de plenario donde pudimos poner en común los debates y conclusiones de cada una de las comisiones, y convocar(nos) a una nueva jornada para el día 12 de noviembre. En esta segunda jornada la idea es que podamos cerrar un balance común de nuestro plan de estudios actual y seguir recopilando información de procesos similares (o no!) que se hayan dado en otras Universidades para así poder avanzar, a partir del año que viene, con el segundo aspecto de este proceso, es decir, con la conformación de un nuevo plan.

Desde La Juntada en Historia creemos fundamental la discusión acerca de nuestro plan de estudios, lo vemos como una parte indisociable de nuestra lucha gremial como estudiantes por nuestras reivindicaciones, y también como parte de la disputa que debemos darnos por nuestra Universidad, poniendo en cuestión qué conocimiento producimos y para quién, y el rol que queremos que la Universidad cumpla en el conjunto de la sociedad. Nos parece que no podemos ahondar en las reformas que pretendemos hacerle al plan de estudios sin cuestionarnos, paralelamente, nuestro propio rol como historiadores. No se trata únicamente de agregar o quitar materias y áreas, sino que una verdadera reforma de la carrera debe contener indefectiblemente la pregunta ¿historiadores para qué?

En tiempos en que la disciplina se encuentra cada vez más alejada del estereotipo de historiador produciendo conocimiento de forma aislada, en tiempos en que a los estudiantes nos hace cada vez menos gracia pensarnos como meros acumuladores de papelitos y certificados de asistencia a congresos, en tiempos en que Latinoamérica atraviesa una época de cambios históricos con el rol protagónico de los pueblos es que nosotros como historiadores no podemos permanecer ajenos.

Es necesario, construir una universidad que genere conocimiento crítico a partir de su relación con la necesidad de liberación de nuestros pueblos; es decir, una universidad con un objetivo social emancipador. Hoy, desde nuestra situación específica, nos toca romper con la hegemonía ideológica que logró el neoliberalismo: pongamos en cuestión, no naturalicemos, discutamos y propongamos; con la certeza que cuanto más unidos estemos, más se escucharán nuestras voces. El conocimiento es poder, y los que lo ejercen, más que temerle a la resistencia, temen a las propuestas.

No sólo porque creemos que otra carrera es necesaria, sino porque otra Historia es posible, nuestra apuesta es a la participación, al debate y a la lucha. Se reabre un proceso plagado de espacios para construir entre todos... que no te la cuenten!

Nuestros docentes opinan sobre el plan y la reforma
Octavio Colombo - Historia de los Sistemas Económicos ‘A’
Lo que sigue no pretende ser ni un balance del actual Plan de Estudio ni una propuesta concreta de reforma, dos objetivos que no podrían alcanzarse aquí, no tanto por razones de espacio, sino sobre todo porque sólo pueden ser el resultado de un proceso de discusión colectivo en el que participen todos los sujetos que hoy conforman nuestra Carrera. Me limito, entonces, a realizar algunos comentarios que, espero, sean de utilidad a la construcción de ese proceso.

Dado que resulta habitual destacar los aspectos negativos del Plan vigente, empiezo señalando dos cuestiones encadenadas que considero positivas del mismo. Me refiero, primero, a su pretensión universalista, que estructura el tronco central de la Carrera y, segundo, a su intención interdisciplinaria, plasmada en la oferta de materias iniciales. Me apresuro a señalar que se trata de una pretensión y una intención, cuyo cumplimiento real está muy lejos de ser satisfactorio; en especial, porque se tiende a entender la perspectiva universalista o de totalidad como una función directa de la cantidad de kilos de fotocopias incluidas en los cursos, y la intención interdisciplinaria como un brevísimo tour iniciático por las nociones básicas de otras ciencias sociales que no guarda relación, más allá de lo accidental, con el desarrollo posterior de la cursada. Pero estos problemas no son propios de los principios mencionados, sino por el contrario de su existencia puramente ideal en el Plan actual; a mi juicio, la tarea de reforma implica plasmarlos en la práctica. De estas cuestiones pueden derivarse varios temas para el debate. Me limito a enunciar algunos, más o menos arbitrariamente seleccionados (ahora sí por razones de espacio). Si nuestra disciplina debe ser universalista e interdisciplinaria porque, como señaló Hobsbawm recientemente, tiene por objeto la “investigación racional sobre el curso de las transformaciones humanas”, lo único que le es ajeno es el pensamiento anti-científico, sea dogmático o relativista. Por fuera de eso, la historiografía es por definición un campo de lucha donde, por lo tanto, el pluralismo ideológico constituye una necesidad -que obviamente no puede limitarse al espectro de la izquierda. Todos los cursos y programas, más allá de la orientación historiográfica que los caracterice, deben contemplarlo. No comparto, en este sentido, la tendencia a que las concepciones de un equipo docente se traduzcan en la unilateralidad de los contenidos o de la bibliografía seleccionada, o incluso del objeto de estudio -como se evidencia en la tendencia a identificar la historiografía de izquierda con la atención exclusiva a los “sectores subalternos”. Lo mismo ocurre cuando las prioridades de la disciplina se definen según modas intelectuales pasajeras (aunque en este plano tiendo a creer que nuestra carrera está relativamente mejor que otros centros de estudio nacionales o extranjeros); o también cuando, y este sí es un problema que tiende a afectar a la historiografía de izquierda, se pretende reformular de raíz todo el espectro de las problemáticas científicas a partir de algunas necesidades políticas determinadas o de las conclusiones -muchas veces dudosas- que se sacan de algún acontecimiento más o menos coyuntural. Todas estas variantes, en definitiva, constituyen amputaciones de una perspectiva universalista que la reforma del Plan debe, por el contrario, amplificar.

Este último objetivo requiere de profundas modificaciones del Plan actual, entre las cuales se destaca la necesidad de flexibilizar su estructura y revalorizar el tramo de materias y seminarios optativos. Para terminar, sin embrago, me interesa mencionar un punto que considero fundamental: la discusión de un nuevo Plan no puede dejar de lado la reflexión crítica sobre las formas en las que éste se va a plasmar en la práctica. En este plano resulta imperioso poner en cuestión el actual sistema de cátedras, a mi entender irremediablemente caduco, en pos de formas más flexibles, creativas y dinámicas de organización de las relaciones humanas entre todos los sujetos de nuestra Carrera.

Eduardo Glavich - Economía para Historiadores
(Con escaso tiempo de elaboración y a modo de afirmaciones taxativas sin desarrollo argumentativo sobre otros muchos aspectos de la cuestión.)

Es improcedente, a mi juicio, ensayar la reflexión de un Plan de Estudios universitario sin considerarlo parte de un complejo entramado de la “tradición” universitaria -al fin y al cabo, la universidad no deja de ser eso mismo: una tradición- que contiene entre otras determinaciones la del (co)gobierno y la de la estructura (de cátedra) de la producción y legitimación del conocimiento, además de encarnar la moderna y contemporánea -esto es, capitalista- fragmentación objetual-disciplinar hasta el paroxismo de la vigente y endiosada especialización estupidizante.

Por ello, los actuales Planes de Estudios se pueden caracterizar sobre todo por ser una inconexa yuxtaposición de Materias/Cátedras como partes de una madeja administrativa y contable, que se presenta apenas como una lastimosa proyección de un presupuesto detrás de engañosos criterios teórico-pedagógicos.

Esto y no otra cosa es en lo esencial el defendido a diestra y siniestra espíritu reformista -presente en la mayoría de los actores sociales dentro de la universidad de hoy- espíritu que dejó y deja incólume (y más aun, colaboró y colabora con) la prolongación por más de 90 años! y la consolidación de un co-gobierno estratificado que mantiene en la universidad una original variante de ‘los tres órdenes’ que no respeta ni el imaginario liberal moderno expresado en la ecuación de la igualdad política democrático-burguesa: un ser humano = un voto. Y que ttambién dejó vigente el vetusto sistema de cátedras -todavía actuante y parte fundamental de lo definitorio de la universidad-, una suerte de modo de producción, apropiación y legitimación del conocimiento expresado en la propiedad de un campo del saber por parte del o de la titular de cátedra (y de su círculo íntimo) con una organización verticalista estamentaria, que ejemplica perfectamente el mertoniano “efecto Mateo en ciencia”: a quien más tiene, más se le dará, a quien menos tiene, más se le quitará.

De esta manera, co-gobierno estratificado y señores/as titulares de cátedra (con su círculo íntimo ínter claustros) producen y reproducen cierta episteme universitaria, que se pone de manifiesto en el sistema de cátedras que desarrolla el proceso de producción y reproducción del conocimiento tomando al estudiante como objeto pasivo del proceso y no como sujeto activo y partícipe principal del mismo; que sostiene una organización formalista de los estudios como consecuencia de la atomización o fragmentación de los mismos en unidades teórico-pedagógicas incomunicables, impidiendo la inter-disciplinariedad y sobre todo la trans-disciplinariedad, convirtiéndose en una extraordinaria y eficaz fábrica de estúpidos/as especialistas en serie; que reduce a un mínimo la movilidad y/o pluralidad de opiniones, visiones o perspectivas ideológicas -trabando la “carrera en docencia e investigación”- y hasta siendo muy ineficaz -incluso en términos propiamente capitalistas- para el aprovechamiento integral de esas posibilidades de docencia e investigación de los estamentos inferiores. (Excursus: esto último comienza a ser inadmisible incluso para la lógica del capital, por lo que la cuestión se plantea en estos términos: o cambia la universidad o cambia el capital. La respuesta es obvia: la universidad cambia, se reforma, se re-reforma, se contra-reforma en función de las necesidades de aquél.)

Hete aquí que un debate colectivo que incluya un balance y la posibilidad y/o necesariedad de una reforma de un Plan de Estudios debe poner como telón de fondo permanente las consideraciones mencionadas, no para no cambiar nada sino para tener presente que las condiciones de posibilidad en cuanto a alcances y límites de los cambios están dadas. Si no, se corre el riesgo de cambiar algo para que nada cambie.

Una propuesta: abstrayéndonos de las múltiples determinaciones que hacen a un Plan de Estudios universitario, quizá podríamos comenzar, en el plano de las ciencias o disciplinas humanas y sociales, por seleccionar 30, 40 ò 50 libros u obras de autores primarios (calificados en primera instancia de filosóficos, científicos -exactos y naturales, y sociales-, literarios, artísticos, etc.) y leerlos en las “horas de clase” colectivamente entre “docentes” y “estudiantes” a lo largo de los 5, 6 ò 7 años que “dure” la carrera universitaria de grado.

Lo demás es de forma.


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