miércoles, 9 de septiembre de 2009

Plataforma de CONSEJO DIRECTIVO



¡Te damos un consejo!
¿Qué ves cuando me ves? (cuando la mentira es la verdad)

El Consejo Directivo (CD) es la instancia de cogobierno de la facultad y está integrado por representantes de los tres claustros: 8 profesores (que se eligen cada 4 años), 4 graduados y 4 estudiantes (que se eligen cada 2 años); y además 2 representantes no-docentes, con voz pero sin voto. Estos consejeros además de tomar resoluciones en torno a los aspectos de la vida política, académica y administrativa de la Facultad, son quienes eligen al Decano de cada casa de estudios y quienes conforman la Asamblea Universitaria que elige al Rector de la Universidad de Buenos Aires (compuesta por 236 miembros, incluyendo consejeros y decanos electos). Además, son estos mismos consejeros los que eligen a los representantes del Consejo Superior de la Universidad (integrado por 5 estudiantes, 5 graduados, 5 profesores y los decanos de las 13 facultades).
A primera vista puede verse que es un espacio de carácter fuertemente antidemocrático. Casi 100 años después de la Reforma Universitaria del `18, que mediante la lucha impuso el gobierno tripartito e igualitario, estos órganos de igualitarios tienen poco y nada. No representan la verdadera conformación de la población de las facultades. Hay una sobre representación del claustro de profesores -que hegemoniza la mitad de los consejeros del CD- y una escasa representación del claustro estudiantil. Esto es aún más grave porque los miembros del claustro docente sólo son la minoría de profesores titulares o adjuntos regulares concursados dejando afuera a miles de docentes -los interinos, los ayudantes de 1era y los JTPs- que quedan bajo el paraguas del claustro de graduados.
Se conforma así una Universidad en la cual los estudiantes y la mayoría de los docentes que diariamente dan clases (incluso haciéndolo gratis o recibiendo una renta precaria) somos prácticamente una decoración en los órganos de co-gobierno, ya que el claustro de profesores ostenta una mayoría que le permite prácticamente gobernar solo. Es así como un grupo minoritario de la comunidad académica monopoliza el destino de la universidad, lo cual implica hasta sus aspectos más cotidianos: la apertura o no de una cátedra en función de acuerdos ideológicos, simpatías o rencores personales, la manipulación de concursos, el nombramiento de docentes interinos, el uso y destino de los recursos de la facultad tanto del dinero como de las aulas. Por ejemplo, en filo hace tiempo que el 4to.piso se asigna para el laboratorio de idiomas pagos cuando podría utilizarse para el dictado de cursos de grado permitiendo aliviar la crisis edilicia.
En la medida que esta minoría de profesores controle la apertura y sustanciación de concursos, seguirá controlando también quienes entran y quienes no al claustro de profesores. Esto les permite cristalizarse como “casta” en el poder y hegemonizar el control de las facultades y de toda la universidad, garantizando además las condiciones que le permiten reproducirse como grupo hegemónico. El argumento con el cual justifican su mayoría en los órganos de gobierno responde a una lógica de jerarquización del conocimiento totalmente elitista: “somos los que sabemos, por eso somos los más aptos para llevar por el camino correcto a la facultad”. Sin embargo, años de deterioro académico y también presupuestario parecieran indicar que los que se consideran más aptos no levantaron la cabeza para impedir el lento proceso de vaciamiento de la Universidad. Dichos argumentos esconden la mezquindad de quienes privilegian su autopreservación y ponen a toda la institución al servicio de ese fin personal. De esta forma se configuran alianzas y redes por medio de la repartija de cargos, becas y publicaciones. La universidad y el conocimiento que en ella se produce se vuelven moneda de cambio.


Y por casa ¿cómo andamos?
(De Trincheros y trincheras)

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero
es su aldea, y con tal que él quede de alcalde,
o le mortifiquen al rival que le quitó la novia, o le crezcan
en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal”
J. Martí.


La gestión del actual decano Trinchero, como sosteníamos en nuestro material para el debate, se ha encargado de administrar la miseria.
El ahogo presupuestario como política de Estado para con la educación pública en general y superior en particular fue una de las constantes durante las últimas décadas. Esto generó que las instituciones educativas buscaran una articulación mercantilista con la sociedad en pos de obtener más recursos, los llamados “recursos propios” (en nuestra facultad uno de los principales es el Laboratorio de Idiomas). Otra consecuencia fue el aumento del plantel de profesores que no cobra un sueldo “ad-honorem” , o que perciben una renta que no se adecua al cargo, o recién comienzan a cobrar una renta dependiendo, por ejemplo, de la muerte de un profesor, una licencia, etc. A esto le sumamos condiciones edilicias precarias que implican que cursemos sentados en el piso, hacinados, que no haya suficiente oferta horaria, etc.
En el nivel de claustro de profesores se generaron las peores formas de manejo clientelar, dado los pocos espacios a cubrir y la posibilidad que otorgan las propias estructuras de co-gobierno. El acceso a la carrera docente depende más del alineamiento de la persona al grupúsculo con posibilidades de acceder a dichas instancias que de la formación académica. Con el mismo criterio de repartija de favores se diseñan y llevan adelante ciertos proyectos de extensión que perciben presupuesto.
Si bien esta es una lógica que domina el escenario general de la UBA, tiene su expresión particular en filo. Es curioso que hayan sido los modernos, quienes se autoproclaman ser los adalides de la calidad académica y la transparencia institucional, los que hayan inaugurado está clase de prácticas que vuelven el trabajo gratuito y el alineamiento incondicional con su política parte integrante del “derecho de piso” a pagar por querer transitar como docente de la facultad.
La gestión actual, que se presenta como espacio alternativo a los modernos, mantiene sin embargo esta misma lógica prebendaria. Esto quedó de manifiesto cuando, por medio de maniobras burdas, Trinchero intentó imponer un reglamento de carrera docente (dic.2007), un reglamento para “el surgimiento de cátedras paralelas” (dic.2008), cuando intentó disimular el crecimiento del plantel ad-honorem queriendo impedir una gran cantidad de designaciones de profesores -mecanismo que lo único que hace es ocultar la cantidad real de docentes que trabajan gratis y por ende precarizaría aún más a los ad-honorem ya que ni siquiera sumarían antigüedad-. Este año se evidenció la misma lógica cuando en medio del receso porcino el decano adelantó las fechas de elecciones del claustro de graduados, queriendo evitar así el empadronamiento de los recientes egresados para obstaculizar el surgimiento de una lista alternativa a la de los modernos y a la propia. En función de la movilización la gestión se vio obligada a dar pasos atrás y a llamar a espacios de discusión en pos de consensuar dichos proyectos y se le impidió aprobar el fin de las designaciones docentes.
Los consejeros de la gestión votaron, junto con los modernos, en contra de una de las principales reivindicaciones de estudiantes y docentes: el criterio de designación para los prácticos de un docente cada 30 estudiantes como máximo. Para esta gestión lo importante no es si un práctico tiene más de 70 estudiantes, sino que ellos y sus amigos sigan haciendo lo que mejor saben, adaptarse a la miseria y pelearse para ver quien se queda con un pedacito más de las migas.
¡La universidad del pueblo se hace a mano y sin permiso!
Dando la disputa en todos los espacios

                Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. J. Martí
Es claro que, esta estructura de cogobierno nos condena a ser una voz mínima en dicho espacio. Sin embargo, creemos que es realmente importante participar en él con una política activa, saliendo de la denuncia vacía para incidir en las cuestiones de carácter cotidiano que en el Consejo Directivo se resuelven como son la aprobación y oferta de materias, los concursos, designaciones, rentas, licencias, calendario académico y sus prórrogas, etc. A su vez, creemos que es un ámbito para impulsar junto con el Centro de Estudiantes nuestros reclamos para que, finalmente, puedan traducirse en victorias. Es un terreno de disputa que no puede regalarse. Desde La Juntada, pensamos que la lucha por la democratización de las facultades y contra el ahogo presupuestario debemos darla en simultáneo en las calles, en los cursos y también en el terreno institucional con todos nuestros compañeros.
Por eso apostamos a que la representación estudiantil en Consejo Directivo realmente sea la voz de los estudiantes y no la auto-representación de quien se sienta ahí ni de su fuerza. Debe existir una relación más fluida entre los estudiantes y lo que sucede en ese espacio, para eso es necesario abrir el debate de cara a todos los estudiantes, enriquecer las propuestas en las asambleas y en los cursos. Esta pelea, creemos, debe darse todos los días, en cada sesión, en cada una de las comisiones, y no sólo cuando una situación que se torna irreversible nos obliga a movilizarnos. Tenemos que pelear en los espacios institucionales con la fuerza que sólo la organización colectiva y de base puede darnos.
Pizza con yampán y algo más
(políticas neoliberales al acecho)


A la hora de pensar el actual rumbo de la Universidad Pública es indispensable retomarse hacia décadas atrás. De esta forma podemos ver que lejos de ser una isla la universidad fue un objeto más de las políticas neoliberales aplicadas durante la década de los 90, que entre otras cosas tuvieron como objetivo modificar la relación del Estado con la sociedad. En este sentido, fue la Ley de Educación Superior (LES) del 95 que vino a reglamentar y profundizar situaciones que se daban ya de hecho: el autofinanciamiento mediante recursos propios, la injerencia de intereses privados al interior de la facultad, etc.
Consideramos que la Universidad desde aquella época hasta la actualidad se encuentra atravesada por dicha situación: la necesidad de adaptarla a los criterios de eficiencia y efectividad capitalistas. Es decir, convertir a la universidad en un objeto flexible capaz de adaptarse a las necesidades del mercado, intentando representar el menor gasto posible. Con la excusa de “modernizar” una educación avinagrada la LES cuestionó el carácter público, masivo y autónomo de la universidad, y con esto su capacidad de construir pensamiento crítico.
Uno de los puntos fundamentales para llevar esto adelante fue mantener en las formas la autonomía universitaria, pero modificando su contenido en la práctica. Por definición el principio de autonomía indica que cada Universidad debe dictar sus propios estatutos; definir su forma de gobierno; decidir sobre el manejo de los recursos financieros que le otorga el Estado; darse su propio proceso de evaluación, así como también desarrollar el tipo de producción y formación académica que la “libertad de cátedra” permite. Todo esto, sin dependencia directa de los órganos del Estado o de los actores privados del mercado. Sin embargo, la misma LES avanza en la definición de aspectos centrales de la estructura y el funcionamiento de la Universidad atacando así la autonomía que dice respetar.
Por ejemplo, busca anular las funciones ejecutivas de los órganos de cogobierno colegiados, asignándoselas a órganos de carácter unipersonal, reduciendo así las funciones de estructuras de cogobierno a controladores de la vida universitaria. Esta ampliación de funciones a decanos y rectores tuvo el objetivo de agilizar la adaptación de la educación superior a las “nuevas tendencias”.Al mismo tiempo, la ley establece que el monto de presupuesto para cada universidad se asignará según “criterios de eficiencia y equidad”. Esto, sumado al desfinanciamiento intencional por parte de los gobiernos de turno, genera competencia entre las distintas universidades y al interior de las mismas por acreditar contenidos para quedarse con una mayor parte de la torta.
La acreditación de las carreras se hace a través de la CONEAU que es una comisión externa a las universidades (que incluye a representantes del poder ejecutivo, legislativo y de universidades privadas), que aprueba o veta contenidos violando de esta forma la autonomía académica.
Estos mecanismos alejan a la educación cada vez más de la posibilidad de aportar a otro proyecto de sociedad.
Es necesario explicitar que el proyecto kirchnerista de reforma de la LES (LeNES) no modifica lo sustancial de todos los aspectos arriba mencionados. Por el contrario, -y tal como sucedió con otras reformas legislativas del gobierno- termina reafirmando los puntos nodales de las políticas neoliberales.
Por lo tanto, desde La Juntada, nos oponemos a estas leyes mercantilistas, a cualquier tipo de evaluación externa y defendemos la autonomía universitaria. Pero no entendemos la autonomía como sinónimo de aislamiento social. Para nosotros, la formación académica y la producción de conocimiento debe estar al servicio de los problemas del campo popular y no herméticamente cerrada sobre sí misma. Tampoco creemos que el vínculo con el resto de la sociedad se pueda reducir a una secretaría -la de extensión universitaria- o a una serie de programas, que en la actualidad recubren prácticas asistencialistas y administran los negociados de la gestión de nuestra facultad.
Creemos que es necesario pensar una vinculación más estrecha de la “extensión” y las carreras de grado, que signifique el intercambio de saberes entre la propia especificidad de la educación universitaria con proyectos que sirvan a los intereses del pueblo.
Por eso, nuestro desafío es reconocer que en la Universidad se forman intelectuales orgánicos y se produce conocimiento funcional a distintos proyectos sociales. Nuestra tarea es disputar esa formación y esa producción de conocimiento para vincularla con un proyecto emancipador. A decir de Paulo Freire, “Cuanto más investigo el pensar del pueblo con él, tanto más nos educamos juntos. Cuanto más nos educamos, tanto más continuamos investigando”
Democratizar
(en más de un sentido)


La resistencia del movimiento estudiantil logró frenar parcialmente la aplicación de la LES, logramos impedir el arancelamiento de los estudios de grado pero las facultades surgidas en el conurbano bonaerense se crearon a imagen y semejanza de la LES y varias carreras de distintas universidades del país -incluidas algunas carreras de grado y los posgrados la UBA- fueron acreditadas por la CONEAU, etc. Además la falta de presupuesto estatal es cubierta con recursos propios (un ejemplo de esto es la vinculación de la UBA y otras universidades nacionales con la Mina Bajo La Alumbrera Inc.)
Son y han sido las actuales estructuras de co-gobierno las que permitieron que aquellos intereses pudieran ser predominantes pese a la resistencia ofrecida por los estudiantes. Esto pone sobre el tapete la necesidad de conseguir la democratización.
Cuando pensamos en la democratización debemos remontarnos a las jornadas del 2006 y su culminación con la elección de un rector en el Congreso garantizada por la represión policial. Por un lado, el conflicto logró instalar el eje de la democratización como un problema fundamental. Sin embargo, a nuestro entender, el mismo no fue sentido como propio por la gran mayoría de los estudiantes, ya que se mantuvo en un plano consignista, superestructural y alejado de las aulas. No se instaló cómo la democratización nos afecta en lo cotidiano, en el rumbo actual que toma la universidad. Por esto, el conflicto no se masificó ni profundizó y en consecuencia fue perdiendo legitimidad, para terminar en octubre pasado con una reforma regresiva del estatuto universitario.
Esta reforma ratificó el co-gobierno donde los estudiantes seguimos siendo una minoría decorativa. Por eso luchamos por el aumento de la representación estudiantil en los órganos de co-gobierno, ya que implicaría que nuestras decisiones y propuestas tengan una incidencia real. A su vez, el nuevo estatuto sigue permitiendo que una minoría de profesores regulares sea la que toma las decisiones concretas, perpetuando la lógica clientelar que esta situación genera. Por eso creemos que otro aspecto para un verdadero cambio de rumbo en la universidad es la unificación del claustro docente que incluiría a la gran mayoría de los docentes que hoy votan y forman parte del de graduados. También pensamos que un cogobierno inclusivo, de la diversidad de actores de la universidad, debe contemplar el voto para los no docentes (que hoy disponen nada más de voz).

El carácter antidemocrático de la Universidad no pasa sólo por la conformación de los co-gobiernos sino que atraviesa las aulas, las cátedras y todos los aspectos producción y socialización del conocimiento.
Una forma concreta de democratización, en nuestra facultad, han sido las cátedras paralelas. Las voces “más autorizadas” sostienen que estás cátedras reducen la calidad académica, que abren camino al facilismo intrínseco de los estudiantes y un etc. de argumentos reaccionarios que no contemplan que otros contenidos, modalidades de evaluación, cursadas u otros criterios didácticos (que no sean los suyos) puedan ser válidos. Pero lo cierto es que han permitido abrir espacio a otras perspectivas, al mismo tiempo que brindaron la posibilidad a que otros docentes, que no pertenecen a ninguna de las tendencias políticas hegemónicas de nuestra facultad, tengan un espacio en la vida académica de la misma. Por ejemplo, muchas cátedras paralelas han impulsado espacios de formación abiertos a todos los estudiantes, han implementado una monografía en vez de un final, lo que implica un trabajo de investigación propio, poniéndonos como estudiantes en una posición más activa frente a nuestro trabajo. Sin embargo, otras no han podido/querido superar la lógica y practicas feudales y clientelares de la estructura clásica de cátedra llevadas adelante por los “reyes del pensamiento único”.
Una de las instancias que sigue sin ser democratizada es la del acceso a la formación en docencia e investigación. En nuestra facultad existe la figura del adscripto, el acceso a dicha instancia se realiza de manera discrecional y los llamados no son lo suficientemente públicos volviéndose así una más de las prácticas clientelares. Es necesario resignificar esta figura, recuperándola como una primera experiencia de investigación y de contacto con la producción académica, alejándola de la órbita clientelar y de cualquier mínima posibilidad de precarización laboral.
Desde la Juntada, consideramos fundamental impulsar la democratización en los espacios de producción de conocimiento, que implica cuestionar y transformar el proceso de enseñanza-aprendizaje clásico que nos ubica a los estudiantes como actores pasivos de algo que debemos “escuchar, aprender y reproducir para aprobar”, sin permitirnos opinar sobre el desarrollo de la modalidad de cursada, de sus contenidos y mucho menos de los procesos de evaluación. A su vez es necesario fomentar el establecimiento de criterios claros y públicos de acceso a la investigación y a la docencia, de forma tal que pongan fin a los mecanismos que transforman al conocimiento en un bien de intercambio para favores personales.

Si bien entendemos que la universidad del pueblo sólo será posible en una sociedad sin clases, la especificidad de la Universidad como esfera estatal y junto con ello la de un gobierno propio, la convierte en un espacio de tensión en el cual disputar hegemonía, para ir acercando la universidad actual al proyecto de universidad que queremos empezar a construir, proceso que no puede dar la espalda a la sociedad que buscamos transformar.
¿Qué Proponemos para impulsar desde el Consejo Directivo?
¡Y por supuesto más presupuesto! ¡Devolvé la bolsa, che!
    Llevar al consejo la lucha por un mayor presupuesto para: mejores condiciones edilicias, subsidios para que los apuntes sean baratos para todos y no un número limitado de becas; subsidio para la creación de un verdadero comedor estudiantil que nos permita acceder a un menú económico y nutritivo. Financiamiento de los viajes y congresos de estudiantes y de graduados (hoy sólo se financia el 50% del viaje y sólo a estudiantes)
    Exigir la baja de costos de las publicaciones en OPFyL (Oficina de Publicaciones de Filosofía y Letras). Que la facultad tenga una política de publicación y difusión de investigaciones, tesis, ponencias, etc.
    Rentas para todos los ad-honorem y adecuación de la renta-cargo de nuestros docentes.
¡Por favor che! ¡Un poco de decencia!
Que los balances de la facultad se presenten de forma pública y periódica.
¡Den la cara caretas!
    Que la elección de los directores de carrera sea durante el ciclo lectivo y que los criterios para los mismos dejen de ser restringidos a la elite de profesores concursados.
    Cambio de horario para las sesiones de consejo directivo.
¡¡No te las comas todas, morfón!!
    Apoyar, defender e impulsar de cátedras paralelas. Que estas experiencias ensayen nuevas formas más democráticas de estructuras a su interior y de entablar relaciones con los estudiantes, otorgándoles a estos últimos un rol más activo.
    Apoyar, defender e impulsar las Reformas de Planes de Estudios que surjan de la voluntad del conjunto de los estudiantes y docentes. Que impliquen espacios abiertos de consulta con el “más allá (copado!) de la universidad”, es decir, con aquellos sectores del campo popular que estén conectados con la disciplina.
Democratizar la investigación en varias esferas
    Adscripción: Que todos los llamados sean públicos. Que exista un reglamento para su selección y su desempeño que garantice el carácter formativo de la experiencia la rotación sistemática y que no sea una instancia de explotación. .
    Que los Institutos de Investigación y los Departamentos de carrera hagan públicos los proyectos de investigación y motoricen jornadas de investigación y seminarios de formación para todos los estudiantes.
    Que la facultad se encargue de difundir y fomentar los espacios de investigación y formación abiertos por las cátedras.
Ampliemos el campo de lo posible
    Hacer acreditables para la cursada de la carrera espacios formativos que se realicen vía extensión y dar mayor difusión a los proyectos de extensión vigentes.

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